La culpa siempre tiene voz de mujer: los micromachismos en escenarios públicos*
Guilt Always Has a Woman’s Voice: Micromachismos in Public Settings
Daniela López Gómez**
Resumen
El presente artículo tiene el objetivo de identificar y analizar los micromachismos ejercidos en las principales ciudades de Colombia, en el escenario público, y así evidenciar que este tipo de violencias son un reflejo de que la estructura machista, en vez de reducirse se ha adaptado a los logros de las mujeres, y se ha reinventado en un tipo de violencias sutiles e imperceptibles, que en el escenario público manifiestan la resistencia frente a los cambios de roles ejercidos por las mujeres. Para lo anterior, se realizaron entrevistas y se hizo una revisión exhaustiva de la bibliografía sobre el tema.
Palabras clave: Mujer; micromachismos; discriminación; ;
Abstract
This article aims to identify and analyze the micromachismos practiced in the public arena in Colombia’s main cities. This article demonstrates that this type of violence reflects how the macho structure, rather than diminishing, has adapted to women’s achievements and reinvented itself as a subtle and imperceptible form of violence. This violence, in the public arena, manifests resistance to the changing roles exercised by women. To this end, interviews were conducted and a comprehensive review of the literature on the topic was conducted.
Palabras clave: Women; micromachismos; discrimination; ;
Zusammenfassung
Dieser Artikel untersucht den in den großen Städten Kolumbiens praktizierten Mikromachismus im öffentlichen Raum. Er zeigt, dass diese Art von Gewalt widerspiegelt, wie sich die Macho-Struktur nicht abgeschwächt, sondern sich an die Errungenschaften von Frauen angepasst und sich als subtile und unmerkliche Form der Gewalt neu erfunden hat. Im öffentlichen Raum manifestiert sich diese Gewalt als Widerstand gegen die veränderten Rollen von Frauen. Zu diesem Zweck wurden Interviews geführt und die Literatur zu diesem Thema umfassend recherchiert.
Palabras clave: Frauen; mikromachismen; diskriminierung; ; ; ; ;
Resumo
Este artigo busca identificar e analisar os micromachismos presentes nas principais cidades da Colômbia, no espaço público, evidenciando que tais violências ref letem uma estrutura machista que, em vez de diminuir, adaptou-se aos avanços das mulheres. Esses comportamentos se reinventaram em formas sutis e imperceptíveis de violência, expressando resistência diante das mudanças nos papéis sociais femininos. A pesquisa baseou-se em entrevistas e em uma revisão bibliográfica abrangente sobre o tema.
Palabras clave: Mulher; micromachismos; discriminação; ; ; ; ;
Introducción
Durante más de 50 años, la lucha feminista ha trabajado por lograr cambios para las mujeres en diversos escenarios de la sociedad; a esta lucha le debemos cada una de las conquistas que han permitido, por lo menos, en Occidente, que las mujeres manifiesten sus necesidades, sus opiniones, sus consideraciones, que participen en los espacios públicos y que resalten en cada uno de los ámbitos ([De Miguel, 2015]). Sin embargo, estos logros no pueden verse como una tarea finalizada, ni se pueden valorar como una generalidad. En este sentido, el enfoque interseccional nos ha enseñado que no hablamos de una mujer sino de mujeres, que actúan, se perciben y las perciben, socialmente, de formas diferentes de acuerdo a su contexto ([Viveros Vigoya, 2016]), es decir que no es lo mismo una mujer universitaria en una ciudad principal a una mujer en el campo, sin acceso a la educación.
La forma como se concibe y se trata a una mujer cambia radicalmente, dependiendo de su entorno económico, social y cultural; por esta razón, hay regiones en donde las mujeres conocen sus derechos, los exigen y son escuchadas, y otros en los cuales, hay un gran desconocimiento de sus derechos y por ende un escenario de mayor agresión y discriminación (Huertas Díaz, Ruiz Herrera, & Botía Hernández, 2018 [Huertas Díaz, Ruiz Herrera & Botía Hernández, 2018], p. 28). Esto quiere decir que, si bien la sociedad machista y patriarcal ha cambiado respecto a las mujeres, no lo ha hecho de la misma forma con todas, como bien lo explica Bell Hooks (1984 [Bell hooks, B., 1994]), en su texto sobre las luchas feministas norteamericanas y sus efectos en las mujeres blancas y en las mujeres negras.
Incluso como nos percibimos a nosotras mismas, cambia dependiendo de los contextos en donde nos desempeñamos, y, por lo tanto, algunas mujeres aún son víctimas de una violencia que creen merecedora por el simple hecho de ser mujer.
Pasando por alto esta distinción, hoy en día es muy raro pensarse a una mujer a la que se le niegue públicamente su derecho a trabajar, su derecho a estudiar, su derecho a votar, o a otros derechos fundamentales. De hecho, la legislación internacional es muy robusta en cuanto a la garantía de derechos de las mujeres.
Es extraño que en Occidente se le prohíba a la mujer vestirse con algún tipo de prenda, se le prohíba beber, fumar o divertirse con sus amigos. Respecto a esto, una mujer que fue entrevistada para el presente artículo expresa
Peroenquéañosviven, en los años de upa. Quién nos va a prohibir a estudiar ya trabajar, que tal... Eso les pasaba a nuestras abuelas, o bisabuelas pero hoy en día jamás. Ay del que me prohíba trabajar. Esto ya no pasa. Al contrario, nos necesitan para trabajar, porque somos muy buenas en todo lo que hacemos (jajaja) (Entrevista a mujer. No. 13 [Adriana Mesa, 2025]).
Actualmente, las mujeres pueden acceder a diferentes cargos laborales, pueden educarse y ocupar los mismos cargos de los hombres, y hasta ser directivas. También pueden acceder a grados educativos altos, y decidir si son madres o no lo son. Nadie puede negar estas posibilidades, y esto lo ampara todo el cuerpo legislativo de diferentes países, por lo menos en Latinoamérica2. Pueden practicar todo tipo de deporte, y nadie dirá que no pueden hacerlo o que es exclusivo para hombres, ni criticará todos estos logros y si lo hace, será censurado por sus afirmaciones.
Aparentemente el machismo ha retrocedido paradarlepasoaunasociedad en la que las mujeres tienen más espacios y los hombres han empezado a considerar y abandonar algunas posiciones frente a ellas. Es muy frecuente escuchar a los hombres criticar el machismo, plantear su posición frente a este tipo de actuaciones y muchos han mostrado apoyo hacia los movimientos feministas.
Yo apoyo esos movimientos, porque sé que a las mujeres les ha ido muy mal. Las agradan muchísimo, las maltratan, las discriminan. Incluso he visto comomaneslasacosan. Yoapoyo las reivindicaciones feministas totalmente. Considero que es bueno que haya un freno de esa violencia y discriminación hacia ellas. (Entrevista ahombre, No.7 [Alexander Diaz, 2025]).
No obstante, a partir de diversos estudios con las mujeres y hombres, se evidencia que, si bien se ha avanzado en materia de género, el machismo y el patriarcado siguen siendo el modelo hegemónico en la sociedad y lo ha hecho a partir de agresiones evidentes (menos frecuentes) y otras reinventadas y acomodadas con el fin de que sean casi imperceptibles, evitando así la sanción social que tienen aquellos hechos evidentes y que se catalogan propios de un machismo tradicional.
Esasíquehoylasmujerespuedenacceder a cargos altos pero los comentarios en voz baja se preguntan si aquella mujer tuvo intimidad con algún hombre para lograrlo. Hoy pueden decidir ser mamás o no, pero aquellas que no lo son, han ocupado el lugar de pobres mujeres porque no entendieron para qué vinieron al mundo, o pobres mujeres porque van a quedarse solas o pobres mujeres debe ser que no puede tener hijos.
Pueden tener todos los trabajos posibles, pero si trabaja más de la cuenta, se convierte en una mujer amargada que no tiene una pareja en la casa. Pero si expresa su deseo de tener esposo e hijos, entonces es una mujer que solo piensa en hombres y no en ella misma. Es decir que las mujeres tienen todas las libertades, desde las definiciones patriarcales, y por eso todas las libertades están cargadas de censuras. Como bien lo dice Lagarde, M. (2005, p. 36 [Lagarde y de los Ríos, 2005]), todas las mujeres están cautivas por el hecho de ser mujeres en el mundo patriarcal.
Por un lado, las agresiones sexuales, el acoso y los feminicidios siguen siendo las mayores agresiones que se evidencian en las principales ciudades de Colombia y de Latinoamérica ([Huertas, O.; López Gómez, D.; Arteaga Dirzo, M., 2020]), hechos que son sancionados desde todo punto de vista, pero hay otras agresiones que no se presentan de forma evidente como actos de violencia, pero sí evidencian agresiones continuas y definitivas para la mujer. Unas agresiones que son casi imperceptibles para ellas y que provienen de aquellos espacios cotidianos tales como la relación de pareja, la familia, el trabajo o los establecimientos educativos.
Comportamientos que son normalizados y que no parecieran ser agresivos, pero que, sin duda alguna, son nuevas formas de agredir a las mujeres, eclipsando su papel en la sociedad.
En 1990, el psicólogo Luis Bonino Méndez denominó a este tipo de actos como micromachismos, y los definió como aquellos actos imperceptibles o en el límite de la evidencia, indetectables y normalizados que intentan controlar, agredir o violentar a las mujeres. (Bonino, 1998, p. 4 [Bonino Méndez, 1998]).
Con base en este estudio, que ha sido pionero en la comprensión de los micromachismos, el presente artículo identifica nuevos micromachismos en escenarios públicos y analiza cómo estos se han convertido en la violencia más común contra las mujeres y han constituido una manera de resistencia (Huertas Diaz & Sanchez Cabrera, 2025, p. 18 [Huertas Díaz & Sánchez Cabrera, 2025]), por parte de los hombres, frente a un aumento progresivo de poder de las mujeres en distintos escenarios tanto privados como públicos. Esto evidencia que el machismo en vez de reducirse se ha acomodado a los logros de las mujeres y se ha reinventado en violencias mucho más sutiles.
Esto no pretende negar que tanto mujeres como hombres han avanzado en su comprensión frente a los roles de género y han cuestionado tanto la construcción de las feminidades como la de las masculinidades, pero el uso de violencias imperceptibles hace ver que aquella estructura sigue muy presente y que la labor de seguir pensándose los roles y mandatos de género están, hoy, igual de vigentes que hace 50 años.
Para ello, se establece un diálogo con las categorías de Luis Bonino ([Bonino Méndez, 1998]) y se identifican tres elementos cruciales a la hora de analizar los micromachismos. Las categorías que fueron planteadas por Bonino en 1990 son fundamentales para entender los micromachismos, pero es necesario ponerlos en diálogo con todos los cambios que se han llevado a cabo, en materia de género en estos 30 años, pues algunas de las categorías que Bonino identifica como micromachismos, ya han sido reconocidas como actos evidentes de violencia psicológica y pueden ser denunciables; aquí hay que resaltar el activismo de las mujeres para lograr convertir unos hechos que nadie veía (violencia psicológica) en hechos de violencia demostrables y muy presentes. Mientras que se han vuelto muy comunes otros hechos de violencia más sutiles, que son dignos de incluir en su cuadro de categorías, y que nos ayudan a comprender la resistencia de la sociedad frente al poder de la mujer; 2. Es clave resaltar “el micromachismo en crisis” una de las categorías de Bonino ([Bonino Méndez, 1998]), porque hoy en día y, de acuerdo a los diversos ejercicios aplicados con mujeres y hombres, este tipo de micromachismos es el que más se evidencia en la sociedad. Un micromachismo que responde a un aumento evidente del poder de la mujer en diferentes escenarios.
Y 3. La mayoría de análisis sobre micromachismos centran su estudio en el escenario de pareja (Bonino, 1998 [Bonino Méndez, 1998]; Barranco, A. 2014 [Barranco, 2014]; Ferrer, V. 2012 [Ferrer Pérez & Bosch Fiol, 2012]; Bosh, 2002 [Bosch, 2002]; entre otros), pero es crucial analizarlos, no como un fenómeno íntimo, sino como un fenómeno público, en donde la resistencia sobrepasa, por mucho, los escenarios de pareja y se vuelven una resistencia social y pública, que se evidencia en las escuelas, en las universidades, en los círculos laborales, en los círculos de amigos y los escenarios políticos. Esto muestra que la violencia de género expresada en los micromachismos es una violencia pública que se imprime para minar y resistir al empoderamiento de la mujer.
Para lo anterior, se hizo un trabajo de revisión bibliográfica sobre cómo se han venido estudiando los micromachismos desde que surgió el término y se realizaron más de 30 entrevistas tanto a hombres como mujeres de diversas edades, sobre su percepción acerca del machismo; su reconstrucción histórica sobre las diversas violencias contra las mujeres y sobre su percepción actual del feminismo y del machismo.
Producto de este trabajo, el presente artículo se divide en dos grandes tópicos. El primero es un acercamiento a la conceptualizacióndelos micromachismos y la necesidad de comprenderlos desde el enfoque interseccional y el segundo es el análisis de los micromachismos en la sociedad actual en escenarios públicos, en donde, se resalta el micromachismo como una forma de resistencia frente a los cambios de roles de las mujeres e incluso se evidencia el diálogo que entabla este tipo de violencia con lo que algunas investigadoras definen como nuevos machismos o neomachismos. Finalmente se presenta una reflexión final acerca de la importancia de pensarse aquellos actos disimulados pero violentos y continuar con el propósito de cambiar y mejorar el mundo para las mujeres.
I. LOS MICROMACHISMOS
El concepto de micromachismos fue definido, por primera vez, en los años 1990 por el psicólogo Luis Bonino, quien, a partir de diversos trabajos con mujeres y hombres, identificó hechos casi imperceptibles que tenían el objetivo de violentar o agredir a la mujer. Muchos de estos hechos pasaban desapercibidos, también para las mujeres, que, aunque se sentían incómodas y confusas no concluían en que habían sido violentadas, entre otras razones, porque sus parejas no se sentían machistas (Bonino, 1998 [Bonino Méndez, 1998]).
Esta serie de estudios se realizaron en el escenario de pareja, en donde se identificaban nuevas formas que se salían del marco de la violencia evidente como los golpes, los gritos o el asesinato, pero producían sentimientos de tristeza, frustración, incomodidad, confusión y agobio entre las mujeres. Por lo tanto, y después de analizar este tipo de comportamientos, se concluyó que, efectivamente, se trataba de un tipo de violencia, pero uno muy sutil, camuflado en comportamientos aparentemente afectuosos (Bonino, 1998 [Bonino Méndez, 1998]).
Comportamientos que siguen estando atados a una cultura patriarcal, en donde el hombre mantiene o debe mantener su dominio en todas las situaciones (cita feminista). Algunas a través de posiciones de dominio y otras a través de posiciones paternalistas (Sandoval y Enríquez; s.f, p. 23).
Ese machismo se evidencia claramente en las situaciones de acoso, de maltratos, tentativas de feminicidio y feminicidios. Este es otro escenario en que las mujeres son víctimas de una sociedad machista que evidencia este tipo de actos y que a pesar de que los penaliza o los condena, siguen siendo, en algunos escenarios, tolerados y excusados.
No obstante, este tipo de machismo genera una suerte de sanción social, por lo tanto, muchos hombres evitan, a toda costa, ser relacionados directamente con posiciones machistas. A propósito de esto, uno de los hombres entrevistados para la presente investigación dice que:
Es mejor decir que es machista a que no es machista. Yo prefiero andar con ese diagnóstico a pretender que no lo tengo. Si yo no soy machista quiere decir que no tengo nada que mejorar, y eso no es así. Y pretender que uno no sea machista porque uno no mata mujeres, porque uno no golpea mujeres, uno puede pasar la prueba y no es machista, pero eso no lo salva de que no tenga otros elementos del machismo incorporado, que son precisamente los imperceptibles. Es que socialmente uno tiene una carga muy fuerte que no apareció hoy sino hace mucho tiempo, desde los valores, desde la crianza y eso hay que pensarlo y cambiarlo (Entrevista a hombre, No. 1 [German Ernesto Tovar Hidalgo, 2025]).
Así las cosas, este tipo de violencias silenciosas también se aplican en los escenarios que sobrepasan el ámbito de la pareja, y se define tal cual lo explica Bonino (1998 [Bonino Méndez, 1998]) como:
Aquellas conductas sutiles y cotidianas que constituyen e s t rategias de control y microviolencias que atentan contra la autonomía personal de las mujeres y que suelen ser invisibles o incluso, estar legitimadas por el entorno social sus objetivos son mantener el dominio y su supuesta superioridad sobre la mujer objeto de la maniobra; reafirmar o recuperar dicho dominio ante una mujer que se rebela y resistir el aumento de poder personal o interpersonal (Bosch, p. 342 [Bosch, 2002]).
Bonino (1998), además, identifica los tipos de micromachismos, los cuales se organizan de la siguiente forma: 1. Coercitivos, los cuales consisten en el uso de la fuerza moral, psíquica, económica o de personalidad para doblegar a la mujer, limitar su libertad y explorar el pensamiento. Dentro de estos micromachismos están la intimidación; el control del dinero; la no participación en las actividades domésticas; el uso expansivo-abusivo del espacio físico y del tiempo; la imposición de intimidad y la apelación a la superioridad de la lógica varonil (p. 5-7). 2. Encubiertos, los cuales son invisibles en cuanto a su intencionalidad; es decir que no utilizan la fuerza sino el afecto y la inducción de actitudes para disminuir el pensamiento y la acción eficaz de la mujer, llevándola a hacer lo que no quiere y conduciéndola en la dirección elegida por el varón (Bonino, 1998 [Bonino Méndez, 1998]).
Dentro de esta categoría se encuentran actos tales como el abuso de la capacidad femenina de cuidado; la delegación del trabajo de cuidado de los vínculos y las personas; los requerimientos abusivos solapados; la creación de falta de intimidad; el silencio; el aislamiento y puesta de límites; la desautorización; las autoalabanzas y autoadjudicaciones; el paternalismo; la manipulación emocional; la culpabilización o inocentización y la manipulación afectiva (p. 7-13). Y 3. Los micromachismos en crisis, en los que se centra la presente investigación, dan cuenta de comportamientos tales como el hipercontrol; seudoapoyo; resistencia pasiva y distanciamiento y victimismo (p. 13-14) (Bonino, 1998 [Bonino Méndez, 1998]).
Por su lado, Esperanza Bosch (2002) hace alusión a estos micromachismos dentro de las relaciones de pareja e identifica esta clasificación, pero también establece una escala que rescata varios de los hechos que Bonino determina (Bosch, 2002 [Bosch, 2002]).
Su estudio lo identifica por factores. El Factor 1 incluye la generación de temor e inseguridad; el Factor 2 la relegación de la mujer al rol femenino tradicional; el Factor 3 la realización de maniobras de control del varón sobre la mujer; y el Factor 4 la realización de maniobras de infravaloración del varón hacia la mujer (p. 167 [Bosch, 2002]).
Efectivamente gran parte de estas violencias se encuentran presentes y se viven a diario en los escenarios de pareja; sin embargo, es fundamental hacer una categorización de los micromachismos fuera de este escenario, en donde ocurren todos los tipos de violencia posibles, desde los más evidentes y violentos hasta los más sutiles. El escenario de pareja es uno de los espacios más inseguros para una mujer, y Bonino ha logrado hacer una identificación muy aguda al respecto de estas violencias (Bonino, 1998 [Bonino Méndez, 1998]). Está claro que la construcción del amor se ha cimentado en la concepción de un amor patriarcal en el que el hombre tiene el control explícito o implícito; el amor se entiende como un proceso de posesión, de control, de celos y de dolor, una vivencia placentera pero dolorosa, donde un hombre cuida a una mujer y la define como su mujer (Thomas, 1994).
Según Russell (1996), cuando habla del amor y las teorías feministas, el amor es una construcción social desde la estructura patriarcal que ha sido un elemento fundamental para la opresión y la violencia contra la mujer (Russell, 1996 [Russell, 1996]).
Frente a esto, Bosch (2013) menciona que: (Bosch, 2013 [Bosch, 2013]).
El concepto del amor que se nos ofrece socialmente viene impregnado por la ideología patriarcal que lleva implícita la dominación de un sexo, el masculino, sobre el otro, el femenino, y da origen a unas relaciones desiguales y asimétricas que, como veremos, pueden incorporar e incluso legitimar la violencia. Se trata de un amor al que se le han puesto numerosos calificativos (romántico, pasional) pero que nosotras preferimos llamar cautivo (p. 35) (Bosch, 2013 [Bosch, 2013]).
En e se se nt ido, e s t e t ip o de micromachismos están vigentes, pero ya han sido catalogados como ejemplos de violencia psicológica. De ahí la importancia de que los estudios sobre los micromachismos no sólo reproduzcan las categorías de Bonino, sino que las relacionen con el contexto actual, en donde 1. Algunos micromachismos son catalogados violencia psicológica evidente y no disimulada ( por lo tanto, han dejado de figurar en el terreno de los micromachismos); 2. En el escenario público se evidencian violencias igual de imperceptibles que anulan a la mujer, ya no en pareja sino en los círculos sociales 3. Es fundamental tener en cuenta el enfoque interseccional, que nos plantea la necesidad de ubicar los micromachismos en algunos escenarios, no en todos, puesto que, en ciertas culturas, clases sociales y regiones, por lo menos de Colombia, no ha sido necesario recurrir a las violencias disimuladas, toda vez que siguen imperando las violencias propias de un machismo tradicional.
Cuando se entrevistaron algunas mujeres de región, ellas no comprendían el concepto de micromachismos, pues al momento de mencionar algún acto de este tipo, describían un acto de discriminación evidente, algunas amenazas de su marido o golpes.
Es decir, aquí no había violencias disimuladas porque en esas esferas el machismo aun no requiere disimularse.
Pues yo no sé si eso será un micromachismo, pero lo que sí sé es que el hombre me pegaba y por eso yo me fui de la casa. Decían que yo era una perra, y que buscaba hombres por todos lados, por eso no era digna de confianza (Entrevista a mujer, No. 13 [Entrevista No. 13]).
En los ejercicios realizados para este artículo se definen los micromachismos tal como lo hace Bonino (1998), pero se propone realizar una ampliación y una revisión tanto de las categorías mencionadas como de los contextos en los cuales se identifican este tipo de actos (Bonino, 1998 [Bonino Méndez, 1998]).
En este caso, los micromachismos se quisieron analizar en el escenario público (trabajo, escuela, círculos de amigos y espacios públicos), que son cotidianos para la mujer, y que le representa grandes retos en la medida en que son lugares donde se viven diferentes violencias, en su mayoría imperceptibles, pero igual de agresivos.
De hecho, en estos lugares se evidencian muchos micromachismos puesto que son espacios en los cuales la violencia de género no puede expresarse en su forma tradicional por la sanción social que recae sobre quien la ejerce, por lo tanto, se recurre a una serie de agresiones implícitas y camufladas. Agresiones de las cuales las mujeres, a veces no son conscientes, pero les crean confusión, inseguridad e incomodidad.
A propósito de esto, una mujer entrevistada nos comenta lo siguiente:
Yo trabajo en una librería, a la cual recurren muchos intelectuales, y cuando llegan algunos hombresapreguntarpor libros, yo les digo, buenas tardes qué libro está buscando, y ellos medicen, no tranquila, lo necesito aél, señalandoaunodeloschicos que trabajan allí o el mismo dueño que también es hombre, y ahí si le preguntan por el libro o por los géneros que buscan.
Yo pienso por qué lo hacen, pero luego cuando voy pensándolo me doy cuenta que no creen en que yo sepa algo de libros. Me siento agredida, y últimamente me da mucha rabia (Entrevista a mujer, No. 2 [Entrevista No. 2]).
Otra narración dice que:
El caso de las mujeres que emprendemos: en mi caso decidí emprender con mi pareja; he notado que, de forma simbólica y ante la sociedad y principalmente hacia los hombres, el que parece ser el proveedor económico y el dueño de todo es el hombre, no la mujer. Reiteradamente me ha pasado tres veces con clientes habituales hombres: se me acercan cuando Andrés no está y me preguntan dónde está el jefe máximo, dónde está el jefe, dónde está el señor gerente, y no me lo dicen en broma sino en serio, como si todo el tiempo él fuera quien trabajara; nunca se refieren así de las mujeres. Siempre intentan hablar con el hombre (Entrevista a mujer, No. 4 [Entrevista No. 4]).
Otra mujer nos cuenta que:
Un día le estaba explicando a un amigo muy cercano el trabajo investigativo que realizaba, justamente de género, a propósito de la entrevista que me estás haciendo, y resulta que le expliqué el tema. Yo me considero feminista, sí claro, pero no lo digo por todos lados ni pertenezco a un movimiento de este estilo, porque creo que podemos ser mujeres feministas organizadas y otras ejercerlo sin pertenecer a ningún grupo; el feminismo es una forma de vivir. Total, cuando le expliqué mi investigación me dijo: “por ejemplo, las mujeres en la organización en la que trabajamos nunca te definían como feminista, es más, les parecías machista”. Me confundí mucho cuando él me dijo eso, no sabía por qué me hacía ese comentario tan sorprendente; me sentí mal, como si me hubiera invalidado toda la investigación, incluso me sentí como si no debiera hablar de feminismo. Me sentí invalidada; fue un comentario tan sorpresivo que me hizo sentir mal (Entrevista a mujer, No. 6 [Entrevista No. 6]).
Estos son tres eventos, ocurridos en ámbitos públicos, que a simple vista no tienen intención de ser violentos, ni agresivos, si lograron crear incomodidad hacia las mujeres e invalidarlas en sus ejercicios profesionales.
Por este tipo de hechos que se han identificado, surge la necesidad de pensarse los micromachismos más allá de los escenarios de parejas, y preguntarse porqué este tipo de comentarios, hechos y agresiones son tan comunes. Con base en lo que mencionan tanto las mujeres como los hombres que se entrevistaron se evidencia que este tipo de actos son cada vez más sutiles y agudos, pero que están dirigidos a minar el papel social de la mujer y que, además, evidencian una resistencia total a los nuevos roles que desempeñan en la sociedad.
Cuando se habla de este tema con las mujeres y con los hombres son diferentes las percepciones que se tienen. Algunas mujeres piensan que la situación ha cambiadoparaellasperoqueactualmente les toca mucho más difícil. Según lo comentado por algunas entrevistadas, a las mujeres de hoy les tocó la peor parte, porque tiene que luchar por ganarse un lugar y por probar que se merecen estar en ese lugar. Tienen que aguantar las bromas y los chistes diferentes a los del pasado, pero muy agresivos.
Según una mujer entrevistada, cuando se le pregunta por su percepción frente al machismo y como ha cambiado hasta el día de hoy ella nos cuenta que:
Siempre uno ha sentido el tema del machismo, desde chiquito con los hermanos, porque en mi caso somos seis mujeres y cuatro hombres, y siempre se ha vivido el caso de que los hermanos cuidan a los hermanos y todo eso, y desde ese momento uno empieza a sentir el peso del machismo, ya después en la adolescencia siempre, pero uno en ese momento no lo cuestionaba, yo tengo 58 años, porque eso ya era parte de la vida, uno no era tan consciente. Pues que el hombre es el macho y uno la mujer y existen roles. Esa es la diferencia con el hoy. Hoy las mujeres han cuestionado eso, se han enfrentado y han podido confrontar al hombre. Antes uno no confrontaba, uno seguía la cuerda y hacia lo que quisiera, pero aparentemente si estaba siguiendo los parámetros, ya verás si hacías caso o no, y ellos creían que sí. Pero hoy en día la mujer se confronta.
Ahora esa confrontación las ha puesto en riesgo porque los hombres no quieren que nosotras seamos así; y entonces nos violentan, se burlan y hasta nos maltratan (Entrevista a mujer, No. 3 [Entrevista No. 3]).
Ahora bien, los cambios que se identifican en el escenario público han sido evidentes, pues antes los hombres eran muy agresivos en la calle y hasta en las oficinas. Por ejemplo, en el escenario público casi todas las mujeres y hombres entrevistados mencionan haber visto cómo algunos hombres le pegaban o gritaban a una mujer; también veían cómo les cogían la cola o los senos, y esto era normal. Igualmente se escuchaban peleas en las casas vecinas o las historias dentro de la familia eran de los hombres pegándoles a las mujeres (Entrevista No. 1 y Entrevista No. 2 [Entrevista No. 1][Entrevista No. 2]).
Antes todo el t iempo nos violentan. A uno los piropos directos y vulgares. Vieja loca, en ese entonces si uno de pronto tenía pelea con un tipo, nos decían vieja loca. Nos cogían la cola y si uno discutía, nos decían vieja loca, no grite, y la gente no decía nada, miraban, pero la gente nunca se metía. La gente en eso se mete. Dirían para que se ponga esa falda.
Yo cuando iba al colegio en un bus, me subía con la falda un poco corta y en el bus, más de una vez los tipos me metían la mano; uno en ese momento no reaccionaba, sino que temblaba o se corría. Es más, ahora eso no se ve tanto, pero antes subirse al bus implicaba que el hombre tuviera el bulto de la mano; eso era casi matemático. Si uno le decía que se quitara, le respondían: “uy, usted está loca”, como si fuera un halago, o “usted quién se cree”; esas eran las respuestas de los manes (Entrevista a mujer, No. 3 [Entrevista No. 3]).
Un hombre nos menciona que
Yo sabía porque en el entorno privado, ya sea por familiares y uno ve esos espectáculos de cómo un man le está golpeando a una nena o como una niña está llorando porque el man la está golpeando, esos son muy horribles. Y pues uno, como es lo invade a uno un poco, uno se pone en el papel de la víctima, pero en sí mismo, entonces uno no es mujer y uno no termina de comprender qué es lo que está pasando ahí. Y a veces uno termina descubriendo que uno es un poco machista, porque no incorpora muy fácilmente esas formas que tradicionalmente los hombres operamos contra las mujeres. Eso era un común denominador y yo siempre en mi infancia o en mi niñez yo era muy incompetente, o porque uno era un testigo muy frustrado porque no podía hacer nada, cuando uno ya empieza a crecer y vuelve a conocer ese tipo de situaciones ahí unosideprontose medio mete, a veces, no siempre. Pero sigue siendo frustrante porque uno no termina de evitar eso. Lo que sí he visto que ha evolucionado y ha cambiado es que por lo menos en las ciudades principales, haymásgarantíasde que una mujer pueda denunciar este tipo de maltratos y abusos, que se le pueda defender más, pero uno sale de esos centros y
Sé que en el entorno privado, ya sea por familiares, uno ve esos espectáculos de cómo un hombre le está golpeando a una niña o cómo una niña está llorando porque el hombre la está golpeando; eso es muy horrible. A uno, como que lo invade un poco, se pone en el papel de la víctima y no termina de comprender qué está pasando. A veces uno termina descubriendo que es un poco machista porque no incorpora fácilmente esas otras formas en que tradicionalmente los hombres operamos contra las mujeres. Eso era un común denominador en mi infancia: yo me sentía incompetente o un testigo frustrado porque no podía hacer nada; al crecer y volver a ver ese tipo de situaciones uno a veces se involucra, a veces no, pero sigue siendo frustrante porque no logra evitarlo. Lo que sí he visto que ha evolucionado y cambiado es que por lo menos en las ciudades principales hay más garantías para que una mujer pueda denunciar este tipo de maltratos y abusos y se la pueda defender más; cuando uno sale de esos centros la violencia sigue siendo igual o peor (Entrevista a hombre, No. 1 [Entrevista No. 1]).
Todos y todas mencionan que el machismo continúa imperante y que esto depende del contexto (Gusis, 2020 [Gusis, 2020]).
Yo opino que estos temas son muy interesantes y los logros de los movimientos feministas han sido admirables, pero se han centrado en las principales ciudades como Bogotá; otro tema es en las regiones, donde la situación no ha cambiado mucho. Las lógicas del hombre proveedor, machista y agresivo siguen estando muy presentes (Entrevista No. 5 [Entrevista No. 5]).
Aquí hay que tener en cuenta el enfoque interseccional, el cual plantea la importancia de los diferentes contextos y condiciones de las mujeres, toda vez que esto es definitivo en la posición de la misma. Por lo tanto, la mejoría de condiciones de la mujer depende, en un grado muy alto, de sus estudios, la zona de donde proviene, el cargo que desempeña y sus experiencias sociales. Por ejemplo, en el caso de una mujer indígena, víctima de la violencia, desplazada en una de las principales ciudades de Colombia, los micromachismos si bien se evidencian, lo que prima es la violencia machista evidente; igual ocurre con una mujer de la comunidad negra o una mujer campesina (Lagarde, 2005, p. 102-110 [Lagarde, 2005]).
También se identifican grados de vulnerabilidad mayores cuando, a pesar de ser mujeres que viven en las principales ciudades de Colombia, pertenecen a estratos bajos, tienen limitaciones para acceder a la educación, tienen niveles altos de pobreza o están ubicadas en la periferia. Aquí también existen escenarios que las han expuesto a las violencias evidentes, pues a pesar de los diversos escenarios de formación y educación frente a las relaciones de género, las mujeres se ven enfrentadas a situaciones que son muy difíciles de afrontar y que las enfrentan a múltiples violencias en sus casas, en sus trabajos y en el escenario público.
En estos espacios también se viven diariamente los micromachismos, pero noeslaviolenciamáscomún. Laviolencia que prima es la física y la psicológica.
Los micromachismos, en cambio, se han identificado con más frecuencia en los escenarios en donde la mujer ha ganado algún grado de poder. Por eso se ha observado que los micromachismos más comunes pertenecen a la categoría, como la llama Bonino (1998), de micromachismos de poder; es decir, aquellos que se dan en momentos de desequilibrio o cambio en el estable desbalance de poder en las relaciones, tales como el aumento de poder personal de la mujer, cambios en su vida o la pérdida de poder del hombre (p. 3 [Bonino Méndez, 1998]).
En este caso, las mujeres han obtenido unas posiciones que, sin ser conscientes, han significado una amenaza para algunos hombres.
Respecto a esto, Lagarde (2005) menciona que: (Lagarde, 2005 [Lagarde, 2005]).
Cualquier modificación en la feminidad implica la modificación de la masculinidad (laboral, económica, reproductiva, erótica, etc.); hay una enorme oposición a estos cambios y una gran cantidad de energías sociales y culturales de hombres y mujeres destinadas a reproducir las relaciones de poder en las cuales están involucradas las mujeres desde la subalternidad. Se observa claramente un refuerzo de la masculinidad individual y social y de las concepciones del mundo ante el menor cambio de las mujeres y de la feminidad. La transformación de las mujeres es vivida social e individualmente como un atentado; los hombres, las instituciones, los otros y otras mujeres generalmente enfrentan estos cambios con agresiones directas y veladas, con la descalificación, la burla, la humillación y el castigo (p. 157 [Lagarde, 2005]).
Por ejemplo, en las entrevistas se menciona que muchas mujeres se han formado y han aprendido sobre el feminismo y la lógica de la sociedad patriarcal, lo cual las ha llevado a reconocer este tipo de actos y a llamar a los hombres a la reflexión sobre estos comportamientos, pero la respuesta que todas han señalado es tosca y un poco agresiva por parte de los hombres.
Al respecto, un hombre mencionó que cuando su expareja lo llamó machista, él consideró, y aún lo hace, que ella no sabía de qué estaba hablando, no manejaba el tema y estaba confundida (Entrevista a hombre, No. 5 [Entrevista No. 5]).
Una mujer entrevistada afirma que cuando a los hombres se les dice que están siendo machistas, se sienten ofendidos; les da mucha rabia y comienzan a atacar y a juzgar a la persona que lo señala (Entrevista a mujer, No. 4 [Entrevista No. 4]).
Con base en lo anterior, se identificaron los siguientes actos que responden a la categoría de micromachismos y que son los más comunes en el ámbito público. 1. Definiciones burlescas, acusantes y discriminatorias hacia las mujeres feministas o que se consideran como tal en público; 2. Posición crítica frente a la mujer cuando domina determinados temas o cuando ocupa cargos importantes; 3. Definiciones burlescas e insultantes frente a las emociones de las mujeres y 4. Anulación y ataque a las actividades realizadas por la mujer.
II. DEFINICIONES BURLESCAS, ACUSANTES Y DISCRIMINATORIAS HACIAS LAS MUJERES FEMINISTAS O QUE SE CONSIDERAN COMO TAL EN PÚBLICO.
En cuanto a las definiciones que llevan implícita la burla hacia las mujeres que se consideran feministas o reivindican estas causas, se pueden identificar diferentes afirmaciones por parte de los hombres. Algunas de ellas son: huy ojalá no se encuentre con una feminista porque esas sí que son bien feminazis; ojo con las feministas que ellas si lo ponen a marchar; huy no le hablo a una feminazi porque me da miedo.
Esta bu rla , generalmente está relacionada con comentarios acusantes y discriminatorios como la advertencia de entablar una relación de pareja o de amistad con una feminista o con una mujer que cree serlo porque, según algunas personas, son locas y violentas.
Al respecto, uno de los entrevistados mencionó, frente a la pregunta «¿Qué le diría a un amigo que está conociendo o frecuentando a una mujer que dice ser feminista?», lo siguiente: «Yo les he dicho, con cuidado, esas viejas son locas, no se meta en problemas» (Entrevista a hombre, No. 5 [Entrevista No. 5]).
También se han presentado casos en los escena r ios laborales y estudiantiles en los cuales los grupos de mujeres que reivindican alguna causa feminista son t ildadas de exageradas y mentirosas. Aquí se ponen en duda los discursos de las mujeres y son discriminadas toda vez que son tildadas de problemáticas y resentidas. Lo curioso es que aquellas afirmaciones las han hecho hombres que se consideran abiertos al tema del feminismo y/o defienden sus reivindicaciones, pero consideran que, si bien las apoyan, son exageradas con sus manifestaciones. Por eso cuando se hizo la pregunta del porqué de aquellas reacciones y opiniones, todos los hombres entrevistados mencionaron que aquellas mujeres a las que se referían eran muy problemáticas, que todo lo veían en clave de acosos y de agresiones.
En esta fase de las conversaciones, tanto mujeres como hombres mencionaron que nadie estaba en desacuerdo con las mujeres que reivindicaban las causas feministas, pero que no apoyaban aquellas exageraciones; además, algunos afirmaron que este tema de género eclipsa la lucha de clases, por lo que prefieren hablar de respeto a los seres humanos y no específicamente a las mujeres (Entrevista a hombre, No. 5 [Entrevista No. 5]).
Yo voy con el feminismo, claro, apoyo a las mujeres e incluso me considero feminista, pero me ha pasado mucho que, aunque me considero así, son ellas mismas quienes me niegan la posibilidad de llamarme así; me han dicho que yo no puedo llamarme feminista. Entonces aquí, ¿quién está discriminando a quién? (Entrevista a hombre, No. 5 [Entrevista No. 5]).
Frente a este tipo de estigmatización, algunas mujeres entrevistadas mencionan que, a pesar de estar de acuerdo con discursos feministas, es muy difícil decirlo públicamente, toda vez que han encontrado hombres que les manifiestan su incomodidad frente a este tema; también mencionan que las excluyen de ciertos círculos sociales y que, por medio de algunas expresiones, las hacen sentir incómodas y prefieren evitarlo. Una mujer dice: «Sí, me doy cuenta que cuando uno pone el tema de los derechos de las mujeres, los hombres se sienten atacados, y dicen: ahh no, pero qué... las feminazis, no, pues las sindicalistas», y eso me da mucho mal genio (Entrevista a mujer, No. 4 [Entrevista No. 4]).
Esto evidencia, en términos de Bonino, una desautorización que en escenarios públicos cada vez es más evidente, con expresiones que él mismo expone tales como «no tienes ni idea», «no sabes razonar», «tú exageras» y «estás loca» (Bonino, 1998, p. 9 [Bonino, 1998]).
Algunas expresiones son: «ya va a empezar con el asunto de género», «no nos pongamos a hablar de política, ni de fútbol ni de feminismos»; en algunas ocasiones los hombres se apropian del tema y hablan sobre actos que para ellos son feministas e imponen su discurso, manifestando que las mujeres han malinterpretado los asuntos de género. Esta posición ha abierto un espacio para que, cuando se habla de género, algunos hombres conviertan la conversación en una competencia y narren continuamente las agresiones que las mujeres ejecutan contra los hombres e incluso contra otras mujeres; expresiones como «pero si las mujeres son peores con las mismas mujeres, entonces de qué hablan» son muy comunes (Entrevista a hombre, No. 5 [Entrevista No. 5]).
Ahora bien, a las mujeres que no se consideran feministas pero que se sienten identificadas con algunas ideas, se les imprime más presión y se tildan como incongruentes o falta de mayor conocimiento.
Este tipo de presiones, burlas y actos discriminatorios, generan tensión en las mujeres y las cohíbe de volver a exponer sus puntos de vista, lo cual hace que se sientan en riesgo por mencionar este tema en público.
Una mujer entrevista menciona que:
Sobre estos temas, puedo estar muy de acuerdo, pero es muy frustrante cuando uno habla con algunos hombres y empiezan a presionar y a dar ejemplos de comportamientos machistas que tienen las mujeres, porque ellos piensan que si una mujer tiene un comportamiento catalogado como machista pierde su derecho a hablar de reivindicaciones feministas; esto es muy injusto. A mí alguna vez me dijeron: «usted no tiene derecho a hablar de eso, usted que tuvo un novio machista», como si fuera incongruente con lo que digo; sí, yo tuve un novio muy machista y hasta guache, pero eso no quiere decir que yo no pudiera elaborar lo que me estaba pasando, reconocer que estaba en un círculo dañino, salir de eso y decir sí. Uno no está por fuera de esa estructura social, pero uno lo piensa y cambia comportamientos y patrones; aun así, para él yo no tenía derecho a hablar de nada (Entrevista a mujer, No. 6 [Entrevista No. 6]).
III. POSICIÓN CRÍTICA FRENTE A LA MUJER CUANDO DOMINA DETERMINADOS TEMAS O CUANDO OCUPA CARGOS IMPORTANTES
Uno de los micromachismos que Bonino (1998) identificó en las parejas, pero que se puede aplicar en los escenarios públicos, es lo que él llama una apelación a la superioridad de la lógica varonil, que hace referencia a los hombres que apelan a tener la razón y, a través de ello, imponen ideas o conductas, exponiendo argumentos y presionando a la mujer para que exponga ideas sólidas, lo cual genera tensión, inseguridad y frustración en ellas; como bien lo evidencia Rebecca Solnit en su libro Los hombres me explican cosas (Bonino, 1998 [Bonino, 1998]; Solnit, 2016 [Solnit, 2016]).
Sí, claro que hay personas de ambos géneros que aparecen de repente en cualquier evento para pontificar acerca de cosas irrelevantes y con teorías conspirativas, pero la total confianza en sí mismosquetienen para polemizar a los hombres totalmente ignorantes está, según mi experiencia, sesgada por el género. Los hombres me explican cosas, a mí y a otras. mujeres, independientemente de que sepan o no de qué están hablando. Algunos hombres.
Todas las mujeres saben de qué les estoy hablando. Es la arrogancia lo que lo hace difícil, en ocasiones, para cualquier mujer en cualquier campo; es la que mantiene a las mujeres alejadas de expresar lo que piensan y de ser escuchadas cuando se atreven a hacerlo; la que sumerge en el silencio a las mujeres jóvenes indicándose, de la misma manera que lo hace el acoso Callejero, que este no es su mundo. Es la que nos educa en la inseguridadyenlaautolimitación de la misma manera que ejercita el infundado exceso de confianza de los hombres (p. 15).
Frente a este micromachismo, algunas mujeres dominan un tema o campo específico, y los cuestionamientos y preguntas incómodas surgen de forma espontánea. Las mujeres entrevistadas narran que, cuando indican su interés o su experticia en un campo, los hombres, les hacen preguntas muy específicas, como si las estuvieran evaluando para corroborar que no dominan el tema.
Una mujer entrevistada menciona que:
Yo cuando digo que trabajo sobre tal tema, enseguida tengo un hombre diciéndome: «si tú sabes de este tema, me puedes hablar entonces de determinado evento»; muchas veces lo sé, pero otras no, porque no está dentro de lo que yo estudio, y en seguida me dice: «huy no, pero si eres experta en eso, ¿cómo no vas a leer o saber de este tema? Te recomiendo este o este libro». Siempre dominando el tema, y eso me hace sentir un poco insegura, no porque no domine el tema, sino porque la presión es muy incómoda (Entrevista a mujer, No. 6 [Entrevista No. 6]).
Otra mujer narra:
Si todo el tiempo, en todos los espacios laborales y académicos en los que he trabajado, me ha pasado. Hay muchas cosas simbólicas que, por ejemplo, me ocurrieron realizando mi tesis de maestría: escogí mi tema y un profesor que me dijo que necesitaba que yo entrara al grupo de investigación; al principio lo vi como una oportunidad, pero al final uno se da cuenta de que no lo tienen realmente en cuenta y que a ellos les sirve para no bajar la calidad del grupo. Al entrar comencé a recibir un montón de agresiones por lo que yo hacía. El primer ejercicio fue pasarnos las últimas publicaciones; yo tenía mi tesis de pregrado convertida en un artículo y su primer comentario fue: «es que usted escribe muy sencillo, a mí me aburre esa escritura». Le expliqué el contexto de por qué era sencilla la escritura de artículos y me dijo que aprendiera a escribir complejo porque yo estaba en la academia; eso me bajó mucho la autoestima, y así eran sus ataques (Entrevista a mujer, No. 4 [Entrevista No. 4]).
Otro comportamiento muy común es que cuando una mujer ocupa un cargo importante, algunos hombres mencionan que, seguramente, ocupó ese puesto porque era mujer y fue amable con los jefes directos. También mencionan que es muy fácil para una mujer acceder a cualquier cargo, toda vez que es mujer, aludiendo a que no fue por su conocimiento ni por su experiencia sino por la atracción o el gusto que pudo generar frente a sus jefes. De esta forma, se invisibiliza el trabajo y el recorrido laboral y educativo de la mujer.
Cuando ella ya está en su cargo y cumple sus labores de forma dedicada, son recurrentes las continuas burlas o reproches que mencionan que es dedicada y trabajadora porque no tiene una relación sentimental, porque no tiene intimidad ni actividades de ocio; por lo tanto se invisibiliza su esfuerzo y dedicación (Entrevista a mujer, No. 11 [Entrevista No. 11]).
Uno de los entrevistados, explica, sobre este tipo de hechos:
Es que estas afirmaciones radican también en esos comportamientos que tienen los hombres y que juzgan bajo sus concepciones; por ejemplo, los hombres observan mucho los atributos de las mujeres en sus cuerpos, las miden y las escanean y, conforme a esa cualidad, así mismo las tratan. Entonces, si la mujer es voluptuosa o muestra algunas zonas particulares de su cuerpo, esa condición crea una disposición particular para tratarla, como sonreírle, entenderle o ser servicial; pero si es una persona que no tiene este tipo de atributos, o no los muestra, no hay ni un saludo ni un buenos días, no hay disposición de tener una relación amable (Entrevista No. 1 [Entrevista No. 1]).
I. DEFINICIONES BURLESCAS O INSULTANTES FRENTE A LAS EMOCIONES DE LAS MUJERES
Ahora bien, uno de los espacios en el que más se han identificado micromachismos es el campo de las emociones, pues socialmente se ha establecido que hay emociones que pertenecen a lo masculino y otras a lo femenino.
Justamente, aquellos hombres que salen de ese mandato de género y se expresan de forma diferente empiezan a enfrentar ataques o cuestionamientos acerca de su masculinidad, porque está claro que la sociedad especifica cómo debe ser lo femenino y también ha construido una masculinidad hegemónica sobre otras formas de masculinidades; así que cuando un hombre expresa más sus emociones o las manifiesta de una forma diferente a la establecida, encuentra rechazo materializado en burlas y juicios (Viveros Vigoya, 2002 [Viveros, 2002]).
Al preguntarle a un hombre como se siente en círculos en donde se burlan de las mujeres o hablan de forma despectiva, él menciona que:
Pues me conflictuó; me da risa y luego pienso: huy no, pues soy muy machista; ya el segundo chiste no me hace reír igual y el tercero ya no me hace reír, pero no les digo nada, yo guardo silencio porque no confronté; me margino de ese espacio y, si uno habla de algo, termina metiéndose en problemas o se burlan, porque no les gusta que uno les diga ese tipo de verdades; cuando uno no puede hacer nada, se margina y evita ese tipo de espacios (Entrevista a hombre, No. 1 [Entrevista No. 1]).
Es decir que en estos círculos el modelo de masculinidad hegemónica prima sobre aquellos intentos por manifestar desacuerdo con conductas machistas.
Mientras que otros hombres opinan:
«Si yo hago presencia en esos espacios y me río y me río con ganas porque esos son espacios de nosotros, así como las mujeres hacen lo mismo con uno, y si alguien dice que no, pues uno se toca, porque no está disfrutando del espacio» (Entrevista a hombre, No. 5 [Entrevista No. 5]).
En cuanto a la mujer, socialmente se la relaciona con la sensibilidad, la ternura, la comprensión, la incondicionalidad, en parte, porque se la ha vinculado con el oficio de ser madre, pero cuando se salen de esas concepciones simplistas, y la mujer expresa sus emociones de una forma autónoma, alejándose de esa idealización, encuentra rechazo, burlas y ataques frente a sus reacciones.
Es muy común, entonces, que, si una mujer enfrenta una situación en la calle y levanta la voz, reciba insultos y ataques de parte de los hombres, con palabras tales como Loca, desquiciada, marimacho, etc, anulando su derecho a sentir frustración o rabia.
Si, por el contrario, es una mujer que desata su risa frente a una situación graciosa, pero su risa es ruidosa o demasiado extensa, las miradas caen sobre ella con expresiones tales como boba, intensa, fastidiosa.
Una de las mujeres entrevistas nos menciona que
En la librería llegan muchas niñas buscando libros y, hace poco, llegó una niña que se reía mucho; en ese ejercicio de búsqueda sucedió algo gracioso y reía, pero reía muy fuerte y mis compañeros hombres pusieron una cara terrible. Considerando que son hombres que no son machistas y a quienes no les he visto comportamientos exagerados de machismo, dijeron por qué una mujer tenía que reírse así, que eso era muy feo; y otro hombre dijo: «es que hoy en día las niñas son bobas, se ríen por todo, ¿por qué serán así?» A mí me dio rabia, pero también pena, y yo, que soy bien risueña, dije: «qué pena» (Entrevista a mujer, No. 6 [Entrevista No. 6]).
Otra situación a la que se ven enfrentadas las mujeres es la crítica a su tono de voz, pues siempre se pretende que una mujer mantenga el tono de voz bajo y, cuando lo tiene alto, se enfrenta a burlas y a correctivos; una de las mujeres mencionaba que siempre ha querido tener un tono de voz bajo porque le decían que una mujer debía mantenerlo así, aunque no le resulta fácil (Entrevista a mujer, No. 2 [Entrevista No. 2]). Otra mujer expresa que...
A mi me pasaba todo el tiempo que en público o en privado mi expareja me decía, cállese no hable tan duro, y yo no sentía que estaba hablando muy duro, pero el me lo decía delante de los amigos, y de las personas que estaban allí, y eso me generaba vergüenza.
Me decía: «no hable tan duro, que eso es muy fastidioso de una mujer; mire, todo el mundo no tiene que enterarse de las cosas», y yo sentía vergüenza (Entrevista a mujer, No. 6 [Entrevista No. 6]).
También el llanto y la tristeza son limitadas; si bien a las mujeres las relacionan continuamente con el llanto, este tiene que ser controlado, no debe llevarse al límite, puesto que también ha sido centro de burlas e insultos.
En cuanto al llanto, uyyyy, si me handichoquedejedegritarcomo una loca, imagínese lo que me han dicho por llorar. Si me han dicho que yo soy una llorona, que pereza hablar con usted, todo lo soluciona llorando.
Es más, yo veo la cara de algunos hombres, ya sean amigos o conocidos, cuando por alguna razón quiero llorar; esa cara de impaciencia que ponen. Incluso un hombre que conocí me decía: «ya va a empezar a chillar, con usted no se puede hablar, usted es una llorona. Cuando se calme hablamos», y uno inevitablemente piensa: ¿será que sí, será que soy muy llorona? jajaja (Entrevista No. 13 [Entrevista No. 13]).
Hace ya un tiempo la deportista Serena Williams mencionaba cómo las mujeres eran violentadas, de forma muy sutil pero evidente, a causa de la exposición de sus emociones, ella expone que en el escenario público las mujeres son llamadas locas, histéricas y lloronas.
Si nos mostramos emocionadas nos llaman dramáticas, si queremos jugar contra hombres estamos locas; si estamos con la igualdad de oportunidades, delirantes; cuando defendemos algo estamos desquiciadas. Si somos demasiado buenas, algo está mal con nosotras, y si nos enfadamos somos histéricas, irracionales o simplemente locas. Pero una mujer que corre una maratón está loca. Una mujer boxeando estaba loca. Una mujer mojada, locura; entrenando un equipo, loca. Tener un bebé y volver a trabajar o a hacer ejercicio, loca, loca, loca (Serena Williams. Comercial de Nike. https://www.facebook.com/udmontanaalta/posts/que-nos-llamen-locas-pero-vamos-a-ense%C3%B1arles-lo-que-podemos-hacermujeresalpoder/1150351831809570/).
Una mujer entrevistada comentaba que:
Yo me he ganado el título de loca por todo. Una vez yo tenía un problema financiero muy delicado y un familiar me estaba ayudando. Ese problema financiero era con una expareja, y me habían reportado en las centrales debido a su incumplimiento. El familiar que estaba ayudando con esta situación me dijo, pero tranquila que si estoy reportada mejor, para que no te endeudes más. Era como si hubiera infantilizado mi vida, y yo me alteré le dije... cómo así, sí es mi vida financiera, claro cómo no eres tú, es el colmo que no veas que me están violentando económicamente.
Y me decía: «cálmese, parece una loca, usted está loca, cállese». Yo solo estaba defendiendo mi situación, pero quedé como la loca que había generado el conflicto (Entrevista a mujer, No. 6 [Entrevista No. 6]).
V. ANULACIÓN Y ATAQUE A LAS ACTIVIDADES REALIZADAS POR LA MUJER
Otros actos identificados como micromachismos, son los continuos ataques o anulaciones de las actividades realizadas por las mujeres. Por ejemplo, en el escenario laboral, lo que hace una mujer está mal o es digno de mejorar. O si sucede algo inesperado o negativo hay una tendencia a culparse de algo que no hicieron o que hicieron erróneamente.
Este comportamiento proviene de hombres que no se consideran machistas, pero que al momento de encontrar una falla actúan inmediatamente culpando a la mujer. Algunas veces esto llega a tal límite que ella empieza a sentirse fuertemente agredida, toda vez que se recarga de actividades y aunque las hace todas, cuando hay una falla es culpada por esto;
Por ejemplo, tengo una compañera en la oficina y, cuando llega, aparece un señor que está jerárquicamente más arriba, se pone de pie, y ella dice que si el señor pasa ella tiene que verla de pie; si está en un evento él tiene que vigilar lo que está haciendo, porque después dice: «es que yo no hago nada» (Entrevista a mujer, No. 4 [Entrevista No. 4]).
Sin embargo, cuando expresa su molestia se encuentra con una serie de respuestas, de parte de algunos hombres tales como, a usted no se le puede decir nada, siempre tomando todo personal; que exagerada es; entonces no haga las cosas. Afirmaciones que son igual de agresivas y que guardan dentro de sí una posición machista y dominante, que invisibiliza la expresión y valoración que la mujer hace de las situaciones que afronta. En ese sentido, las cosas bien hechas están a nombre del grupo, pero las cosas que no parecen estar bien tienen el nombre de la mujer.
Una de las mujeres entrevistadas menciona que:
Si yo hacía muchas cosas y nada quedaba bien, todo lo que se caía o se dañaba era culpa mía; si no encontraban las cosas, era culpa mía porque las había desordenado. Pero si todo está en orden, ahí nadie dice «huy, qué bien organizada quedó». Empecé a pensar que todo lo hacía mal o que yo estaba medio chiflada (Entrevista a mujer, No. 6 [Entrevista No. 6]).
Por ejemplo, cuando se habla de la crianza de los hijos, algunas personas culpanalamujerdeloscomportamientos negativos de ellos, tal como lo expresa una mujer al hablar de la situación difícil de su sobrina
Mi sobrina tiene un problema de salud y se la pasa en la clínica; el papá y la mamá están pendientes de ella todo el tiempo, pero, como dice mi hermano —y yo también opino lo mismo—, la culpa es de la mamá, porque las enfermedades las transmite la mamá. Además, esa señora en la crianza quién sabe qué le diría y por eso esa pobre niña es así (Entrevista a mujer, No. 12 [Entrevista No. 12]).
Es más, cuando suceden situaciones de riesgo para la mujer, los hombres tienden a culparla, porque propició la situación o porque no la supo detener. Según uno de los hombres a quienes se entrevistó;
Si los hombres son terribles, pero las mujeres también tienen que cuidarse, porque si la roban, ¿quién la manda a ser tan confiada? Desde que yo veo a un tipo sé cómo es; entre nosotros nos conocemos, se le advirtió y no hace caso, entonces ahí ya la culpa es de ella (Entrevista a hombre, No. 8 [Entrevista No. 8]).
Todo esto hace que la mujer sea, de cierta manera, silenciada, toda vez que, al encontrarse con todas estas barreras, que, si bien no pueden denominarse maltrato ni agresión directa, si las siente como tal, lo cual hace que las ellas no expresan lo que sienten ni lo que les sucede y que sus emociones, sus éxitos y sus fracasos tienden a dejarlos en los escenarios privados, con el fin de no encontrar culpas, censuras ni críticas. Como bien dice una mujer entrevistada:
Yo ya ni hablo de eso, no cuento las cosas, porque ya se que me van a decir, que yo porque soy tan boba, que tanto que se me dice, que, porque soy tan confiada, que, porque soy tan buena gente, quedebuenagentemevolvíboba. E incluso me lo dicen subiendo la voz. A veces siento que me están insultando o “regañando”. Mira es que incluso, me ha pasado, que le cuento a algún hombre cercano, por ejemplo, mi papa, que me gane tal cosa, o que me fue bien en tal cosa, y me dice, felicitaciones, ahora es que se ponga a vagar o a pelear y pierda eso, nooo. Y una dice, pero porqué este comentario, como si le hubieran regalado a una algo. (p. )
Pero si llego a decir ahh no me gané esto o no me contrataron en esto, me dicen, tranquila, pero quien te manda a no hacer las cosascomoeran, esquetutambién a veces te la das de confiada.
Si me la tiene montada una jefa, me dicen que, porque no me defiendo, que tan boba, pero si le digo que me defendí, es que por eso es que no me quieren porque yo no sé hablar, ni comunicarse.
Y todo eso me ha pasado en diferentes momentos de mi vida; es decir, tengo la culpa de todo, siempre salgo perdiendo (Entrevista a mujer, No. 14 [Entrevista No. 14]).
Historias como estas hay bastantes, y aunque no se trata de mencionarlas todas, si es importante identificar estas experiencias porque generalmente, se considera que las víctimas de violencia son solo aquellas mujeres que viven eventos como golpes, insultos o discriminaciones, pero hay otras que, aun no viviendo estas expresiones, si son continuamente agredidas como lo han expuesto a lo largo de este apartado. Los micromachismos sí las han afectado y socialmente las han disminuido, sin ser conscientes totalmente de ello.
Conclusión
A lo largo del presente artículo se ha querido hacer una breve introducción a los estudios sobre micromachismos en los escenarios públicos. Si bien se ha estudiado de forma recurrente este tipo de violencias camufladas e imperceptibles, sobre todo, en escenarios íntimos, es necesario tener en cuenta que este tipo de violencia es muy recurrente y común fuera de este ámbito.
El análisis de las violencias en las relaciones de pareja es fundamental y ha tenido grandes aportes en la comprensión y en las reflexiones sobre el machismo, la cultura patriarcal y la violencia contra las mujeres. Esto nos ha permitido reflexionar sobre estrategias educativas, sobre políticas públicas y medidas que nos posibiliten cambiar este tipo de comportamientos, y cambiar esa construcción de amor que en muchas ocasiones ha vulnerado a la mujer y ha llegado al límite último de la violencia que es la muerte.
Pero otra parte de los análisis sobre las violencias contra la mujer deben, necesariamente, ocuparse de aquellos escenarios públicos, aquellos en donde las miradas recaen y en las que las personas se cuidan mucho más de caer en comportamientos machistas que generen una aparente sanción social. Aquí el machismo se camufla muy bien, y por eso se recurre a una violencia implícita y disimulada, pero no por ello menos grave, toda vez que, como se ha podido analizar, son violencias que no quieren dominar a la mujer en el terreno amoroso, ni quieren adjudicarse su dominio sobre ella, sino que quieren minimizar el empoderamiento de las mujeres socialmente hablando. Es decir que la mujer no solo afronta una violencia evidente en lo privado sino también en lo público, en donde se supone que se han tenido más avances y donde encuentra fuertes barreras.
Aquí se evidencia un tipo de neo machismo o nuevo machismo, es decir nuevos comportamientos de hombres que no se identifican como machistas y que están de acuerdo con las demandas de las mujeres, pero caen en el error de reducir el machismo a situaciones tales como golpear a una mujer, maltratarla o negarles el acceso a sus derechos fundamentales, sin embargo, mantienen comportamientos agresivos muy sutiles como los que se expusieron anteriormente y que responden a esos micromachismos en crisis, que terminan negando las libertades y garantías de las mujeres.
Estos micromachismos evidencian que, si bien se han logrado avances frente a la mujer, la estructura machista sigue funcionando y, como bien lo dice una mujer entrevistada, hoy en día el confrontar nos pone más en riesgo; todo el tiempo luchamos por demostrar que merecemos ese espacio, porque nosotras hacemos muchas cosas y las podemos hacer solas o acompañadas (Entrevista a mujer, No. 2 [Entrevista No. 2]).
Comportamientos que son igual de graves a los micromachismos dentro de la pareja, porque van direccionadas a vulnerar a la mujer y mantenerla al límite de la sociedad. Un machismo que se adapta a unos cambios frente a la posición de la mujer pero que no cambia su esencia.
Por esto es muy importante abordar este tipo de discusiones y ser conscientes de las constantes vulneraciones que se presentan y reconocer que, para generar un cambio social, la violencia hacia las mujeres hay que analizarla de forma mucho más aguda. Analizar aquellos comportamientos que son sutiles pero que en voz baja y públicamente niegan el papeldelamujerylaubicanenescenarios hostiles que son poco comprobables a la hora de plantear acusaciones frente a las vulneraciones a las que se ven enfrentadas, toda vez que, a simple vista, resulta una infantilada interponer una queja frente a alguien que ha llamado loca a una mujer por tener una reacción determinada a una agresión. Resulta un asunto inadvertido y sin importancia acusar a hombres que excluyen a mujeres por estar de acuerdo con posiciones feministas o que presionan a una mujer para que le de argumentos válidos en un tema que ella maneja pero que el hombre cree que maneja mejor, pero aquellas infantiles, o aquellos asuntos sin importancia silencian las posiciones y opiniones de las mujeres, generar presión y frustración, es decir le dan paso a violenciasquecadavezsonmásevidentes y que si se siguen pasando por alto, terminarán siendo violencias evidentes.
Referencias